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La moda nos hace mujeres libres…
Acabo de leer un artículo muy crítico acerca de la actual dirección que está tomando la moda, su influencia en el deporte y casualmente coincide con una nueva polémica de una madre católica llamada Maryann White que escribió una carta al diario The Observer, publicación de la Universidad de Notre Dame (Indiana, EEUU ).
En ella podemos encontrar frases como :
«En este mundo de videojuegos y vídeos musicales, las madres católicas tenemos difícil explicar a nuestros hijos que esas mujeres son hijas y hermanas de alguien.
Que las mujeres deben ser vistas como personas para poder ser respetadas», explica.
«Me sentí avergonzada.
Pensé en todos los hombres que había alrededor y en mis hijos.
No quería ver esos cuerpos desnudos pero eran inevitables.
No andamos desnudos porque nos respetamos a nosotros mismos, queremos ser vistos como personas y no como cuerpos.
¿Puedes pensar en las madres la próxima vez que vayas de compras?»
, pregunta Maryann.
En ella «Pide respeto para sus hijos» según ella porque no y se cuestiona el mismo respeto que deben recibir las mujeres que deciden hacer uso de las mallas.
Obviamente ha creado reacción viral en todas las redes sociales usando #leggingsdayND
Otras muchas defendemos nuestra libertad en el uso de esta prenda y hacemos que gire el dedo acusador hacia el hombre y la responsabilidad de sus propios actos.
Es de esas cosas que te hacen pensar dónde vamos, hacia donde nos dirigen y finalmente acabas pensando si realmente las mujeres somos libres.
Ahora que está en auge el movimiento femenino, que luchamos por nuestros derechos, la igualdad, la libertad de elección, querer poder vivir sin miedo, sin el qué dirán, quitarnos la opresión externa y también la propia…
depende del día que tengamos, tal vez demasiadas cuestiones.
Crecemos en un mundo competitivo, un gigante económico nos dirige hacía un lugar que desconocemos pero que hay muchas cabezas pensando hacia dónde llevarnos, como pastores con sus rebaños , pero allá que vamos de forma consciente o inconsciente.
Supongo que cuando ya eres adulta y ves el mundo que te rodea, las grandes marcas te dicen que es cool, que modelo de ropa te sienta mejor, que necesitas para ser más feliz, qué look es el ideal para parecerte a las famosas.
Finalmente lo que una quieres es acabar el día, irte a la cama sintiéndote más realizada, mejor persona, más mujer que ayer y si ya nos adentramos en el mundo teológico, sus creencias…
apaga y vámonos.
Llega un día en el que te planteas ir en contra de todo lo establecido y poder elegir sin temor a todo eso que llevamos implantado, germinado y enraizado en lo más profundo de nuestro ser.
Los artículos que leí, era muy crítico con todo esto y sobre todo con los leggings.
Una mujer hecha y derecha que se pregunta así misma el porqué no puede ir con un chandal viejo y no le entra en la cabeza porqué otras mujeres deciden sí hacerlo e ir a un gimnasio a las 7 de la mañana, junto con otras 15 mujeres que sí van bien «prietitas» dentro de sus mallas.
Se pone en pie de guerra, buscando la rebelde que lleva dentro e ir a su gym con su chandal más vintage y arriesgarse a subir en la bici estática, sin el miedo al qué dirán o quedarse enganchada en los mecanismos.
Arremete contra la estética y moda establecida en el que nos acusa de ser víctimas de nosotras mismas, buscando ir ajustadas de cintura para abajo y usando un sujetador deportivo o brasier que nos aprieta el estómago, pero vamos estupendas y divinas de la muerte en el momento en que hacemos deporte, para sentirnos mejor.
Algo que a simple vista, parece contradictorio y me atrevo a decir, que bajo su punto de vista, nos ve algo estúpidas.
La otra mujer del otro artículo, pide respeto para sus hijos y a su vez pide que no lo tenga la que sí lo usa libremente por el motivo que fuere.
Casualmente somos mujeres, las que lo criticamos y las que los usamos siendo nosotras mismas, nuestras peores enemigas.
Bien por ellas, no?
Supongo que cada una de nosotras ha podido pasar por ese pensamiento en algún momento de su vida.
No todos los días una se encuentra divina y quiere estar sexy, sentir orgullo de su propio cuerpo, tenga la edad que tenga y tenga los quilos que tenga.
Podemos tener una creencia religiosa en un momento de tu vida o no seguir ninguna religión, perder esa fe o simplemente que nunca la hayas tenido.
Los esquemas establecidos están para que los sigas, o para luchar por ellos.
Tan simple y tan complejo como cada una de nosotras, con sus experiencias vitales, preocupaciones diarias, equilibrios económicos y laborales, familiares…
Hoy en día es difícil ser mujer y …
¿ cuándo fue fácil ?
Creo sin temor a equivocarme que ninguna de nosotras se encuentra siempre de la misma manera, ni siquiera cuando ves en prensa a famosas como Beyoncé, Jennifer López o las Kardashian acudiendo a cualquier evento con sus mallas y unos taconazos de vértigo y un bolso de 20.000 dólares colgando de su brazo.
Ninguna de nosotras seguramente llegará a tener ese dilema,
¿ Qué legging combino con los taconazos hoy?
Ni cómo me maquillaré para poder estar espléndida y estupenda, quitándome años de encima, o de qué ladito pongo mejor el culete para salir en la foto de 10.
Nada más lejos de la realidad, las mortales ni siquiera nos planteamos eso, aunque con tanta influencer y hombres mujeres y viceversa, el mundo va a una deriva en la que el respeto es fundamental.
No quisiera caer en mis propios pecados y criticar algo de lo que mañana podría cambiar de opinión y estar más cerca de ese pensamiento y no el que tengo a fecha de hoy.
En general creo que todas pasamos por etapas y dentro de ellas no todos los días te apetece calzarte unas mallas.
Unos días te parece que es la forma de estar más cómoda y otros días, simplemente las ves en tu armario y crees que son la reencarnación del mismo Satán.
Los leggings o las mallas se han convertido en una prenda básica, la vemos en la calle, en el gimnasio, en las pasarelas y en la televisión. Se han convertido en objeto fetiche que todas tenemos en nuestro cajón.
Diferentes calidades, colores, diseños, texturas, largas o cortas.
Lisas, estampadas, con transparencia.
Hoy me las pongo para hacer deporte y mañana las combino y las uso para ir de copas, de paseo o a un evento.
Con short encima o mini falda, con diseño alegre o más sobrias
Con zapatillas deportivas, con unas botas Dr. Martens o simplemente cambiando el estampado, las usamos para acompañar al estado anímico con el que nos encontramos.
Si hoy me siendo más punk me pongo la de cuadros, si quiero pasar desapercibida usaré las negras de toda la vida y si estoy alegre las buscaré con estampado de cómic, de leopardo o de calaveras y flores rememorando otras épocas en las que evoco el sentimiento más heavy de mi juventud.
Hoy puedes sentir que puedes con todo y busques el modelo de Super Woman , porque hoy te sientes poderosa y las sudarás como si no hubiera un mañana.
O mañana me doy un capricho y me compro los leggings de Nike o las mallas Adidas, unos leggings con efecto pantalón vaquero.
Puedo buscar la elasticidad más cercana a un chicle y necesitar unos leggings para empezar con mis clases de yoga.
Es cierto que unas mallas pueden convertirse en el objeto de las miradas, tanto femeninas como masculinas.
Ser el centro de las conversaciones, elogios y críticas más feroces.
Llevar un modelo en concreto puede algunas veces cambiarte el estado de ánimo.
Puede ser que salir a hacer deporte se convierta en ir partiendo cuellos allá por donde vayas y que a lo mejor hoy no te apetezca ser el centro de atención.
Seguro que muchas de vosotras habéis pasado por eso y sabéis elegir antes de salir de casa.
Me quedo con el ejercicio que debemos hacer cada una de nosotras y estar por encima de todo esto.
Quererte hoy y cada día, crecer como mujer y aprender de todas la experiencias
La columnista que escribe un artículo luchando por seguir usando su viejo chandal con letras en un lado y pelea por no usar a la reencarnación de Satán hecha una prenda de moda y convivir con las demás mujeres que deciden usarlas.
La madre abnegada que indignada escribe a una universidad para defender el respeto que cree le deben a sus hijos.
Ser la mujer que sale a correr con sus leggins o mallas marcando sus hoyitos de celulitis y lorzas que su tiempo le han conseguido llegar a tener, como la Rosalía que lleva sudadera y mallas de última moda, con taconazos y posa en un fotocol estupendísima y orgullosa de alcanzar su meta.
Creo que somos libres, libres para elegir, libres para usar la moda que queremos llevar, ser la guerrera que hoy pelea o ser la mimosa que hoy solo quiere sentirse relajada y vivir el presente.
Cada una de nosotras tiene subidas y bajadas, días que quiere sentirse dentro de sus mallas y la que mañana decide usar el chandal viejo de su pareja el pijama que está andrajoso y no sirve ni para donarlo a gente sin recursos.
Quedan muchas batallas por librar igual que hicieron nuestros ancestros, pero por lo menos hoy, sintámonos orgullosas de lo obtenido, de lo que somos y no perdamos la fuerza para conseguir aquello que queremos.
Eduquemos a una nueva generación de hombres y mujeres en la libertad y el respeto, pero principalmente hacia nosotr@s mism@s.